sábado, 30 de enero de 2010

Por quién doblan las campanas, de Ernest Hemingway.


Sobre Ernest Hemingway (1898-1961) deben haberse escrito miles de páginas, no sólo por su literatura, también por la fascinación que parecía provocar la persona detrás del artista. Sin duda, esa polaridad resulta de lo más intrigante. Como es sabido, Hemingway siempre mantuvo la convicción de que el escritor, para mantenerse puro, debía permanecer aislado del mundo. De hecho, cuando recibió el premio Nobel en 1954 no fue a recogerlo en persona, alegando:
…Escribir bien requiere la soledad… aunque un escritor gane en importancia social al salir de su soledad, casi siempre es en detrimento de su propia obra… porque es en la soledad donde tiene que llevar a cabo su propia obra, y cada día tiene que enfrentarse con la eternidad o la ausencia de eternidad.
Sin embargo, a pesar de estas convicciones, era frecuente encontrar al maestro en el Floridita de la Habana tomando mojitos o en la plaza de toros de Pamplona en pleno San Fermín. Era un hombre que se relacionaba con personas de todos lo estatus, y que despertaba simpatía entre la gente porque comía sus comidas, bebía sus bebidas y hablaba sus idiomas. Hemingway siempre amó las cuestiones prácticas de la vida, y, como corresponsal de guerra, hay muchas anécdotas que lo sitúan en las zonas más peligrosas del frente.

¿Por qué entonces esa obsesión por la soledad del escritor cuándo él no la profesaba?

Yo creo que la explicación podemos encontrarla en sus propios libros.
Cuando leí “Por quién doblan las campanas” siempre tuve la sensación de que Hemingway me contaba algo que era “verdad”, y, aunque la novela esté narrada en tercera persona, no pude desembarazarme de la percepción de que su voz auténtica era la primera. Y es que la verdad que destila el libro es de las que te sacuden, de las que duelen como el frío punzante de una mañana de invierno. Parte de ese embrujo lo produce su estilo, tan cercano a la vida, que sorprende por su sencillez, una sencillez que prescinde de artificios, con una prosa bellísima, donde las redundancias y repeticiones, en vez de lastrar, musicalizan. Sus historias, son historias sobre personajes, sobre sus pensamientos más íntimos, sobre sus reflexiones vitales y ante todo, se asientan en unos magníficos diálogos que perfilan a los seres humanos con una precisión casi quirúrgica. Leer a Hemingway es hacer un doctorado sobre la realidad que nos rodea.
Esa es la respuesta a la pregunta sobre por qué el escritor debe abandonar el ascetismo intermitentemente: la necesidad de la mirada inequívoca del gran observador, que hunde sus raíces entre los seres humanos, las ciudades y los pueblos, que escucha sus voces, se empapa de sus matices, de sus tonos y expresiones. Que deja grabado en un rincón del alma, las imágenes, los gestos, los olores, los sentimientos… para después, como un ermitaño alejado del mundo, reproducirlos a través de conexiones inexplicables entre corazón, mente y memoria, mezclando con genialidad, lo verdadero, lo imaginado, lo vivido y lo que a uno le hubiese gustado vivir.


Por quién doblan las campanas está ambientada en la Guerra Civil española, y cuenta las peripecias de un profesor norteamericano, experto en explosivos, que tiene que volar un puente para preparar la contraofensiva republicana. Para ello se infiltrará detrás de las líneas enemigas y contactará con un grupo de unos guerrilleros que se ocultan en las montañas. Transcurre temporalmente en sólo tres días, en los cuales, las existencias de todos ellos se condensan valiendo toda una vida.
Publicada en 1940, la novela fue un absoluto éxito de crítica y público. Un éxito que se materializó en una buena inyección económica (vendió en un año más de un millón de ejemplares y los derechos cinematográficos que culminaron en una película protagonizada por Gary Cooper e Ingrid Bergman), pero como contrapartida, le colocó el listón muy alto a Hemingway, que no consiguió superar hasta “El viejo y el mar”.
Esta novela es, por encima de todo, un alegato contra lo absurdo de la guerra, sobre lo ridículo de las posiciones entre los bandos, sobre el caos, la supervivencia, y sobre lo hondas que son las heridas, pero que, a pesar de todo, pueden llegar a cicatrizarse.
Os dejo un enlace sobre un prólogo del libro, realizado por
Juan Villoro, que me gustó mucho.

45 comentarios:

J.J.Hernández dijo...

La soledad, siempre compañera del escritor, incluso Forrester era un tipo al que le daba miedo salir de casa.
Bueno, yo estoy de acuerdo, una persona no puede escribir si siempre está rodeada de personas.
Hemingway, gran escritor, tito, aunque esa obra en concreto no la conozco.
Saludos.

Blas Malo Poyatos dijo...

Hola Sergio. Fue la primera obra de Hemingway que leí, hace ya años, y me dejaba la sensación que cuentas: leía algo que era real, que había sucedido de verdad. No sólo por la época y lugar, la terrible Guerra Civil del 36, sino por las vidas de los personajes, sus temores y ese surgir de esperanzas, aun en mitad de aquel horror.

Bueno, creo que sabes cómo se llama mi Blog.

Un saludo

Mián Ros dijo...

Debo reconocer que esta obra de Hemingway la conozco solamente por el cine, pero sin duda, como dices Sergio, quizá como el autor gustaba de rodearse de buenos ambientes, seguro que le contaron peripecias de soldaditos (acá en España) y el saco su propia convicción expelida en obra.

Un fuerte abrazo, amigo.

Alejandro Castroguer dijo...

Reconozco haber leído otras obras de Ernesto, pero ésta no, quizá porque la película de la Bergman y Cooper no pasa de discreta.

Con tu reseña puede que cambie de opinión. Ya te contaré, Sergio.

María dijo...

Hola Sergio.
Pues yo estoy con Ithur, no conozco esa obra, pero tú, como siempre, nos invitas a ello. Haces un trabajo extraordinario en tu blog.
Que publiquen algunos de tus libros ya...jolines!

Un beso de brujita buena.

Guillem López dijo...

pedazo de reseña que has escrito. Enhorabuena, me ha encantado. Sus obras siempre han sido un influencia muy fuerte en mí.
Un saludo.

Sergio G.Ros dijo...

La soledad es una compañera íntima y necesaria para el escritor. Pero como ser humano, su lugar está entre la gente. ¿Cómo si no aprendería de las emociones, de lo sentimientos, de las mentiras...? Debemos ser observadores, amigo; aunque los libros pueden enseñarnos mucho.
Un abrazo.

Blas, ¡qué bonito nombre el de tu blog! Creo que ese nombre dice mucho de lo que cuesta abrirse paso. En el caso de Hemingway, como sabes, le costó mucho publicar. Durante esos primeros años, estuvo apoyado por Fitzgerald quien le consiguió su primer contrato de edición. Entre ambos se estableció una relación de amor-odio, que duró hasta la muerte de Fitzgerald. Fue como si el viejo escritor donase lo mejor de sí al escritor en ciernes (Hemingway).
Respecto a tu comentario, me alegra que ambos sintiéramos cosas parecidas.
Un abrazo.

Sergio G.Ros dijo...

Bueno, en el caso de Hemingway no sólo le contaron hisotias, querido MiánRos: estuvo en España, conoció a sus gentes y estuvo en el frente durante la Guerra Civil española. De hecho, hace poco leí una anécdota suya bastante singular durante la batalla del Ebro (si no lo recuerdo mal).
Por cierto, la peli tengo que volver a verla.
Un abrazo.

Sergio G.Ros dijo...

Como dije, Alejandro, tengo que volver a ver la peli. Pero, desde luego, la novela merece la pena, y mucho.
Espero que te guste.

Hola, María, gracias por la confianza, brujita. Lo de publicar anda muy complicado, casi que tiré la toalla de momento, amiga.
Nos vemos pronto. Un beso.

Sergio G.Ros dijo...

Me alegro de que te haya gustado la reseña, Guillem. El enlace que puse al final de la entrada también es muy interesante si te gusta la figura de Hemingway, un abrazo.

Angel Palacios dijo...

Muy buena la entrada. Hemingway elegía la soledad porque con la suegra al lado, la cuñada llamando por teléfono y los niños correteando por el salón acabas antes de personaje de Capote que de autor del Viejo y el Mar.

Ya te comenté: yo, mi cuadernito de Paper Blanks, mi tabaco, un chupito de whisky... me quitas eso y no me sale nada.

Un abrazo

Lola Mariné dijo...

Lo leí siendo muy jovencita, y fue uno de los libros que me engachó a la literatura para siempre, y tambien a Hemingway como personaje (y creo que, de alguna manera, al secreto sueño de ser escritora, aunque entonces no lo supiera).
FEliz domingo.

Sergio G.Ros dijo...

Claro, Fran, la soledad es necesaria..¡oye, me gusta eso del chupito de whisky! Je,je.. Lo que pasa es que, cuando puedo escribir, suelo preferir la madrugada y a esas horas... lo mismo me da por echar la pota, ja,ja.. Pero lo que sí es cierto es que cada uno tiene su propio "ritual" y eso es bueno, porque es como decirle a la mente: oye, nena, yo te lo estoy poniendo fácil, te meto en situación, ahora te toca a ti hacer el trabajo,, je,je.. un abrazo y buen domingo.

Sergio G.Ros dijo...

Qué bonito eso que dices, Lola. Creo que una de las cosas más interesantes que he descubierto hace poco es que los libros que más me gustan, los que más triunfaron sobre escritores famosos, eran libros donde los protagonistas eran, a su vez, escritores o deseaban serlo. Ocurre en esta novela, y en muchas otras, ¿a que es para reflexionar?
Un abrazo.

Sergio Becerril dijo...

Hemingway, ¡menudo escritor!

Pues sí, se está hablando mucho de la necesaria soledad, pero nada de la insatisfacción personal que te lleva irremediablemente a la tristeza, y por consiguiente a escribir como lo hacía este genio.
Podría estar en San Fermín, o en Cuba tomando combinados, pero siempre le acompañaba la tristeza y la melancolía de dios sabe que.
Sufrió, sí, y también disfrutó, sin embargo su trágico final solo nos hace pensar que no tanto como hubiera querido.
Soledad y tristeza ¿amigos del escritor? Quizá.

Un abrazo.

Maribel Romero dijo...

"...Hemingway siempre mantuvo la convicción de que el escritor, para mantenerse puro, debía permanecer aislado del mundo...".
¿Pues sabes qué te digo? Que casi estoy de acuerdo con esta afirmación. ¿Te imaginas escribir una obra de arte sin influencias externas, sin necesidad de escribir sobre personajes históricos, hitos o acontecimientos por todos conocidos? ¿Te imaginas escribir sin apoyos de este tipo y que el valor de tu obra sea precisamente el valor de tu literatura?
Es muuuuy difícil. En ese aspecto admiro a los clásicos, capaces de redactar una novela de 400 páginas basada en un hecho cotidiano y crear una verdadera obra de arte.
Y por cierto... No he leído "Por quién doblan las campanas". Dios mío, cuando leo títulos tan conocidos y me doy cuenta de que no he leído la obra me deprimo. ¡Cuánto me queda todavía por leer!
Un abrazo.

Marien dijo...

La soledad de la que habla H. la soledad del escritor la llevaba dentro aunque estuviera rodeado de gente. Me costó mucho "querer" a H. sus cuentos repletos de simbolismo me despistaban y no me enteraba de nada, al final su mimetismo y simplicidad encubrian tanta información que me convenció de porqué es uno de los grandes. Yo también tengo la sensación en algunas historias suyas contadas en tercera persona que quien realmente habla es la primera. Por cierto Carver dicen que es su relevo en el relato norteamericano.
Un abrazico

Sergio G.Ros dijo...

Buena reflexión, Sergio. Normalmente en la soledad se esconden nuestros monstruos. Hemingway arrastraba el pesar y la vergüenza del suicidio de su padre. Ese punto puede notarse varias veces en Por quién doblan las campanas, donde ficción y realidad se mezclan, como ocurre de alguna u otra manera cuando uno escribe. Pero, yo no quise entrar en señalar esto en la entrada, quise reflexionar sobre las dos caras que acompañan al artista. Respecto a la soledad, creo firmemente que uno debe hundirse en ella para encontrarse a sí mismo. Perdona este rollo.
Como dije, me gustó tu comentario, tocayo. Un abrazo.

Sergio G.Ros dijo...

Tranquila, Maribel, ya he mencionado en más de una ocasión las grandes lagunas que tengo sobre literatura y que intento solventar poco a poco. El hacer estas entradas me ayuda a reflexionar sobre lo leído.
Por cierto, tu comentario es muy interesante: hallar nuestra propia literatura.
Es una buena forma de intentar encontrar el estilo propio, ¿no crees?
Un beso, amiga.

Sergio G.Ros dijo...

Hola, Marien. Que conste que no soy ningún experto en Hemingway, a decir verdad sólo he leído tres libros suyos: Fiesta, El viejo y el mar, y esta novela. Tengo en cola: Adiós a las armas, y las nieves del Kilimanjaro y otros cuentos. Aunque la crítica apunta a que los tres que he leído son de sus mejores libros.
La soledad es algo que nos acompaña siempre, amiga. En el caso de Hemingway, a mi parecer, lo que mejor describe es la naturaleza de los hombres, sus reacciones más primitivas, sus sentimientos más puros, los mejores y peores. Y en El viejo y el mar, esa descripción roza la metafísica, porque habla de la lucha por la vida, casi titánica, y sin esperanza.
Un beso, amiga.

Tessa dijo...

Hola Sergio:
Fue el primer libro que oi hablar a mi padre. A las personas que nos gusta escribir siempre buscamos la soledad en determinados momentos.

Besos,
Nuria

Unknown dijo...

Hola Sergio,

Luego de un reposo médico que me mantuvo alejado de la Internet, regreso a los Blogs de mis amigos.

El fragmento de tu último manuscrito: Su nombre empezaba por E, es genial; demuestras en Jumba un estado melancólico y depresivo de alguien que siente nauseas por su profesión.

Amigo, recuerda que todo en la vida sucede por un motivo. Tienes la capacidad y el potencial de convertirte en un autor consagrado; quizás no ha llegado tu momento, pero no desfallezcas; esta profesión requiere altas dosis de paciencia.

Con respecto a las obras de Hemingway, es en su prosa donde se consigue la pureza de un maestro. Haces bien en seguir su ejemplo.

Un cordial abrazo,

Daniel DC

Sergio G.Ros dijo...

Pues fíjate, Nuria, qué casualidad. Es cierto lo que dices, para mí, como escritor, me gusta mucho la soledad. Es más, la necesito, ¡pero no de forma perenne!
Un abrazo.

Sergio G.Ros dijo...

Hola, Daniel, espero que estés mejor. ¿Sabes? Deben haber sido las largas vacaciones que te tomaste, que te han rendido cuentas, je,je.. En serio, espero que estés bien.
Muchas gracias por tus amables palabras, amigo. Trataré de seguir acumulando dosis de paciencia, lo cual es difícil, je,je.. PEro tenemos que seguir trabajando.
Un fuerte abrazo.

Blanca Miosi dijo...

Leí la obra y vi la película hace mucho tiempo, pero voy a buscarla para verla otra vez. Son actuaciones de G. Cooper e Ingrid Bergman, que a través de la pluma de Hemingway se volvieron inmortales.

Lo que dices, que a él le gustaba estar rodeado de personas, me parece que es verdad, pero supongo que cuando dice que la soledad es necesaria para el escritor, se refiere al momento de la creación. Cuando se escribe es necesaria no sólo la soledad, también la tranquilidad, el silencio, pienso que no hay otra manera de compenetrarse con los pesonajes de una novela. Él tuvo fama de ser muy sociable, se conoce por sus correrías en muchos frentes, amistades, y como dices, en Cuba se la pasó en grande. Un escritor que no vive, que no socializa o que no se rodea de gente y circunstancias, (mientras no escribe) tendría poco de qué hablar, como no sean de sus propias reflexiones.

Me ha encantado tu entrada, Sergio,

Besos!
Blanca

Anónimo dijo...

Nunca he leído a Hemingway. Es esa clase de escritor que todo el mundo me recomienda pero que no me siento con fuerzas para leer. Eché un vistazo a las primeras páginas de El viejo y el mar y (me avergüenza un poco decir esto) las encontré espesas, aburridas, vaya. ¿A lo mejor es que no lo empecé en el momento adecuado? Cada libro tiene el suyo, supongo, y la impaciencia puede malograr lo que en otras circunstancias habría sido una lectura muy satisfactoria. El caso es que tu reseña hace que leer a Hemingway resulte muy tentador. ¿Qué libro recomiendas para "iniciarse" con este escritor?

La reseña es fantástica.

Abrazos,

naTTs

oriafontan dijo...

Se le ha puesto la etiqueta de "escritor sobrevalorado" y puede haber algo de cierto en ello pero quizá es algo que pueda decirse de todos los escritores norteamericanos posteriores a Mark Twain.
Estados Unidos "promociona" sus escritores con la pontente maquinaria de Hollywood.
¿no es acaso mejor escritor Juan Ramón Jiménez? Pues para mí sí.

Sin embargo Juan Ramón Jimenez pese a su absoluta perfección está casi olvidado porque I. Bergman. S. Tracy o Gary Cooper no le pusieron cara a ninguno de sus libros.


¿desvario? Puede... pero yo nunca olvido que los escritores norteamericanos juegan con ventaja.

Sergio G.Ros dijo...

Pues yo no recuerdo la peli, Blanca, así que tendré que ir también a buscarla, je,je..
Tu comentario creo que es muy acertado, querida amiga: la sociabilidad es necesaria para poder "conocer el mundo" que te rodea; sería muy aburrido hablar de uno mismo, ¿no?
Un beso.

Sergio G.Ros dijo...

Pues no tienes por qué avergonzarte, naTTs, ¡mira tú a quién fuiste a hablarle! ¡yo, que últimamente dejo casi todos los libros que empiezo! Como bien expones cada libro tiene su momento para nosotros (¿o era al revés?). De hecho, El viejo y el mar, también lo dejé en su momento y lo volví a leer hace poco del tirón. ¡Lee a Hemingway cuando quieras y sólo si te apetece, amiga!
¿REcomendarte? Umm... Por quién doblan las campanas, me gustó mucho.
Un besote.

Sergio G.Ros dijo...

Oriafontan, me ha parecido muy interesante tu exposición, y creo, fíjate que es estrictamente cierta, me refiero, claro está a que los escritores norteamericanos juegan con ventaja. Eso no se puede negar. Y voy un poco más allá, los escritores en general, dentro de Norteamérica, juegan con más ventaja todavía: ¿por qué si no lo llaman la tierra de las oportunidades? El otro día lo hablaba con Francisco Gijón y me comentaba que sólo en Nueva York hay más agencias que en todo España, y no sólo eso: un escritor mediano en Estados Unidos hará tiradas diez veces superiores que aquí, en España. Es lógico, por tanto, que se les engrandezca más, pues llegan a más público y cuentan para más inri con la posibilidad de ser llevados al cine: Poderosas armas esas, ¿no?
Pero dicho esto, y a pesar de ello, me reafirmo en la reseña. Hemingway puede estar sobrevalorado o puede ser peor escritor que Juan Ramón Jiménez, no lo sé, amigo. Lo único que sé es que el viejo Hemingway me hizo quedarme embobado mientras leía por su sencillez, una sencillez que deslumbra, y que desnuda las almas de los hombres.
Un abrazo.

Angel Palacios dijo...

Hola Sergio

No me resisto a comentar tu último comentario. Lo cierto es que USA es y sigue siendo la tierra de las oportunidades. Ya han demostrado que de la Cabaña del Tío Tom a la Casa Blanca sólo hay cien años de distancia. Puede parecer mucho, pero si tenemos en cuenta que los aborígenes australianos fueron "desclasificados" como parte de la fauna de Australia por su gobierno hace menos de cincuenta años... qué quieres que te diga.

Por otra parte si mi obra MORITURI - ya pactada en USA, o en conversaciones - la llevase alguien al cine... no me imagino otro que Tarantino, juasss. A ver si te la mando en PDF para que veas por qué.

Creo que la ha leído más gente de la que pensaba porque "alguien" entró en mi correo electrónico a "borrar mensajes" y seguramente se toparía con ella y se la descargaría. Pero eso es otra historia que te contaré a mi regreso - que tiene tela.

En otro orden de cosas cuando estudiaba inglés el profe siempre nos decía "escribid como Hemingway". Se refería a que hiciésemos redacciones con frases cortas, escuetas y explícitas. Cuánta razón tenía... y cuán difícil de conseguir (al menos para un servidor)

Pero sí, lo confirmo: en el mundo sajón para desgracia nuestra y alegría de avezados - y no es que yo lo sea especialmente - las oportunidades y los réditos se multiplican por cien. La tirada mínima allí es de 50.000 ejemplares. Y es que es un subcontinente eso que llaman América - fíjate que los estadounidenses llaman América a su propio país.

¿Llamaremos algún día Europa a éste?

Angel Palacios dijo...

Este mensaje es para NattsR

Te recomiendo que empieces con PARÍS ERA UNA FIESTA.

A partir de ahí campo sembrado. En cualquier caso hay novelas que requieren intentos y más intentos, porque solamente cuando uno cumple cierta edad - no biológica, sino vital - se encuentra en disposición de ello.

A mi me pasa con el Ulises de Joyce y no me avergüenza decirlo. No paso de la página 30 ni en español ni en inglés - bueno, en inglés todavía menos.

Abrazos a todos.

Anónimo dijo...

Francisco, pues así lo haré, y después leeré Por quien doblan las campanas. A lo mejor hasta lo hago en inglés, que se saborea mejor la esencia y puede que incluso el lenguaje resulte más sencillo.

¡Muchas gracias a los dos! Cuando sienta "la llamada" leeré ambos.

Abrazos!

Angel Palacios dijo...

Si te lees EL VIEJO Y EL MAR en inglés seguro que te gusta porque la traducción en español no capta lo que el autor transmite ni de lejos (en mi opinión)

... y es una lectura sencilla

Armando Rodera dijo...

Es uno de los libros que tengo pendientes, Sergio. De Hemingway sólo he leído "El viejo y el mar" y fue hace muchísimos años. En este 2010 me planteé releer algunos clásicos y disfrutar de otros desconocidos para mí, espero poder hacerlo.

Fantástica entrada, Sergio. Como siempre te dan ganas de salir corriendo a buscar el libro en cuestión que comentas.

Un abrazo.

Sergio G.Ros dijo...

Buff..Francisco nos pones los dientes largos, hombre, ¡esas cosas no se dicen! Jolines, aquí con paupérrimas tiradas y encima casi pidiendo por favor y suplicando que te publiquen, ¡cachis!, ¡eso no se hace!, ¡eres malo, malo! Ja,ja.. En fin, que es lo que hay, tío, qué le vamos a hacer.
Bueno a ver si te conviertes en un autor famoso y nos das un empujoncito a los pobres que dejaste atrás,je,je...
Completamente de acuerdo con lo de Hemingway, lo que siento es que mi inglés sea tan malo.
Un abrazo y abrígate que en Hivernia debe hacer frío.

Sergio G.Ros dijo...

Yo, particularmente entre Fiesta, el Viejo y el mar, y Por quién doblan las campanas me quedo, para empezar con esta última, pero ojo, es mi opinión. El viejo y el mar es una obra sencilla pero más madura, y debes tener buen cuerpo para hacerle frente. Por quién doblan las campanas es más larga (550 páginas), pero se hace corta.
Ánimo.

Sergio G.Ros dijo...

Ése también es mi propósito, Armando: leer algunos clásicos; eso sí, de momento, voy alternando y no termino de centrarme, XD.
Me alegro que te haya gustado, amigo.
Un abrazo.

Arlette dijo...

Palabra que la película me dejó una sensación extraña. La vi cuando contaba la edad de catorce años. Leí el libro muy poco después y el estilo narrativo del autor me atrapó por completo, pero me faltaba la madurez necesaria para comprender el mensaje político.
Cuando recopilaba información sobre la gastronomía española en 1808 tropecé con comentarios positivos de este escritor que alababa la cocina española.
Olé por él.
Por quién doblan las campanas, es una obra imprescindible, y tus conclusiones sobre ella muy acertadas, pero tengo que volver a leerla.
Un beso Sergio.

Angel Palacios dijo...

Pues me ha contado un pajarito que en Cartagena el tiempo no es mejor que aquí. ¿Te pongo los dientes más largos? ¿Recuerdas el mail que te mandé de los agentes literarios? Bueno, pues te ponen un secretario/a a tu disposición (y a la de otros autores) que gestiona tu correspondencia y te promueve. Vamos, igualito que España. Un calco.

¿Qué tal España? Me han dicho que ya se parece a la plaza de España de Cartagena. Je je je. No quiero ponerle los dientes largos a nadie. Reconozco que me he llevado una buena regañina por contar cosas que, al parecer, los autores no deben saber (ya te puedes imaginar por dónde van los tiros y quién los ha disparado).

La información es poder, amigo mío, es poder. Y si la información la pones en manos de un abogado ya ni te cuento.... entonces no es poder... es "JODER"

El viernes ya estoy allí porculizando. Ha pasado algo muy grave y tengo que hacer gestiones (en el próximo café te las cuento y las hacemos circular como hablamos)

Abrazos

Vicsabelle dijo...

Hola, Sergio:
Escuchar o ver escrito el de E. Hemingway siempre me ha llenado de cierta admiración. El único libro que he podido leer de él es El viejo y el mar y lo he leído unas cuatro veces (pues leí en la infancia y adolescencia la versión estudiantil) y cada vez que termino de leerlo me ha dejado con una sensación extraña, con las dudas de que si hice o no ese viaje junto al Viejo. Vivo en El Caribe y es el primer escritor que leo que describe El Caribe y su gente de una manera tan real y humana, como cuando habla de lo cotidiano de un barrio pobre, por ejemplo. que lo que puede ser grotesco u ordinario te lo hace ver hermoso. Lo hace tan natural, con palabras para nada rebuscadas, que desde mi punto de vista lo considero excepcional.
Un "caluroso" saludo, desde aquí.

Sergio G.Ros dijo...

Hola, Arlette. Lo que cuentas refrenda la teoría de que los libros nos llegan en distintas etapas de la vida, y por tanto, podemos hacer distintas lecturas. Los estados de ánimo también influyen, desde luego. Es bonito tu comentario, me alegro de que te gusten mis reflexiones, el libro sin duda lo merece.
Un beso amiga.

Sergio G.Ros dijo...

Nada, Francisco: te has empeñado en ponernos los dientes largos!! Ja,ja... Bueno, chico, a este paso te vamos a tener que llamar de usted, ¿no?
En fin, lo que dices sobre que la información es poder es una verdad como un templo, y si no basta con mirar nuestros telediarios para darse cuenta de que día tras día nos ponen cortinas de humo para que la gente esté tranquilita en sus casas...
Bueno, pues ya me contarás. A este paso te va a dar para un libro.
Un abrazo.

Sergio G.Ros dijo...

Hola, Vicsabelle! Es un placer ver a gente nueva por El alma impresa. Tu comentario sobre Hemingway me ha recordado lo que he sentido al leerlo: la perfecta descripción de las gentes donde estuvo, y de hacer de lo cotidiano algo hermoso, profundo. Por eso el maestro resultaba tan genuino, porque sus palabras eran "verdad".
También un abrazo para ti, amiga.
Espero seguir viéndote.
Un beso.

Oscar dijo...

Hola, Sergio.
Leí tu reseña justo cuando comencé el libro, ya que cuando comienzo libros-y cuando los acabo- busco reseñas y opiniones e impresiones de diferentes personas que se hayan tomado el gusto de comentar sobre una obra; y pues me motivó de veras a leer el libro, ya que me pareció muy prudente y reflexiva.
Al fin acabé el libro, y me encanto de veras, lo disfruté desde un principio muchísimo, y cuando finalmente me iba acercando hacia el final, hacia roñas para no seguir y tener que despedirme del mundo que Hemingway me había pintado.
Me encanta cómo describe a la gente española, cómo se nota que quiere al país, cómo narra y habla de una manera que parece que lo hiciera en español justo antes de poner las palabras en inglés en su máquina. Fue como leer un libro escrito originalmente en español pero diferente, con ese sabor ahorrativo que tiene Hemingway con las palabras. Y otro punto para la traducción que usara expresiones tan típicas españolas, que disfruté de veras, ya que en otras ocasiones, al leer libros traducidos al español por españoles me molesta un poco encontrar tanta expresión local, pero en este libro creo que todo eso es válido, jaja. Cabe notar que no soy español, pero espero haber dado con un buena descripción, al menos me conformo con que lo que haya dicho no sea mentira, así falten muchas cosas por agregar. Si es así, jaja, me doy al atrevimiento de decir que Colombia como buena ex-colonia vuestra conserva mucho de España, jajajaja, y eso era una cosa que me asombraba a medida que avanzaba con el libro.

Saludos.